Afirman expertos de la Universidad de Valparaíso Dante Gutiérrez, ex encargado de alerta temprana del SHOA, y Mauricio Reyes, ambos de la carrera de Ingeniería Civil Oceánica.
Un llamado a la calma formularon los académicos Dante Gutiérrez y Mauricio Reyes, de la carrera de Ingeniería Civil Oceánica de la Universidad de Valparaíso, ante la inminente llegada a las costas de Chile de la ola provocada por el terremoto de Japón. Los expertos coincidieron en que por tratarse de un evento de campo lejano, no llegará a Valparaíso con energía destructiva. De hecho, la altura de las olas en este puerto podría ser similar a la que se registra con marea alta.
Dante Gutiérrez, ex encargado de alerta temprana del SHOA, y quien además llegó hace poco de Japón, en donde estuvo estudiando el mismo tema, indicó que “los antecedentes de que hoy día se dispone respecto de las alturas y la propagación de las ondas en el Pacífico, indican que el evento (de Japón) pudiera tener alguna significancia en las cercanías de Hawai. Sin embargo, la historia y la información que existe respecto a eventos generados en la zona de Japón y su impacto en el otro lado del Pacífico, indican que la energía debería disminuir significativamente”.
Añadió que “para eventos de campo lejano no existen antecedentes que indiquen grandes impactos”, y destacó que en Valparaíso las características permiten adelantar que la energía de la ola será baja: “La energía va a llegar, se va a detectar en los mareógrafos; de hecho, hay mareógrafo aquí en Valparaíso, otro en San Antonio, y se va a detectar anomalías de nivel del mar. Yo estimo, por la información que manejo, que la energía no debería implicar anomalías superiores a los dos metros, un metro y medio. Si ustedes consideran eso comparando el rango normal de marea de Valparaíso, que es del orden de 1.8 metros entre la plea y la baja, mucha gente, la mayoría no nos vamos a dar cuenta cuando llegue esa energía. Ahora, esto va a ocurrir pasada la medianoche, por lo tanto no debería haber un impacto visual muy significativo para la gente”.
Diferencia con el tsunami del 27F
Según Gutiérrez, esta situación no se puede comparar con lo que sucedió en Chile con el terremoto del 27 de febrero de 2010: “En estos fenómenos, a la escala que estamos hablando —un fenómeno importante, de gran magnitud, generado por un terremoto muy grande en Japón—, la propagación de las ondas del tsunami se ve influenciada por la rotación de la Tierra. No fue el caso nuestro en el evento del 27 de febrero del 2010, donde el campo es tan cercano que el efecto de la rotación de la Tierra no tiene influencia sobre la orientación de la energía. O sea, la energía se concentró y eso significó que se produjera alturas significativas”.
Añadió: “Yo insisto: en base a los antecedentes y los datos que existen, no se esperaría que en una bahía abierta como Valparaíso y con las características topobatimétricas que existen, para un evento de campo lejano como es este, se registrara alturas significativas”.
El profesor Mauricio Reyes indicó, por su parte, que “este es un fenómeno de transmisión energética a través del océano, y la forma en que se manifieste en la costa depende de condiciones muy particulares de cada punto de costa, la topobatimetría, y también de la configuración material de la costa. En la zona de Valparaíso, siendo una bahía profunda, es poco esperable que se generen olas altas, la energía se disipa en ondas de menor altura. En zonas más planas y de fondo más duro, no arenoso, se podría esperar una concentración energética mayor y probablemente más dañina”.
Agregó que “no hay muchos antecedentes respecto de tsunamis de campo lejano en Chile, por eso es importante conocer lo que ocurra en Isla de Pascua, Juan Fernández y en Hawai para saber qué se puede esperar acá. En rigor, la energía debería llegar más disipada, pero es un fenómeno muy complejo; hay que esperar que llegue para saber lo que ocurre. En términos técnicos, debiera generarse una energía moderada, no una ola como las que muestran las películas, pero en algunas zonas podría concentrarse, particularmente en bahías muy estrechas”.
Preparación en Chile
Respecto de la preparación que existe en Chile para este tipo de eventos, el profesor Dante Gutiérrez fue muy enfático: “Chile debería avanzar. Los sistemas de protección civil deberían contar con elementos, como las sirenas, para avisar a la gente que no está viendo televisión, no está enterada, como sucedió el 27 de febrero, cuando toda la gente estaba de vacaciones todavía. (…) Claro, sembrar de sirenas la costa de Chile no tiene sentido, pero sí debiera haber planes de evacuación, señalética, que sean de utilidad para eventos de campo cercano, en que hay poco tiempo para reaccionar”.
A su juicio, “en Chile estamos avanzando, yo no digo que no haya esfuerzos, pero para eventos de campo cercano, para eventos que ocurren aquí, en territorio nuestro, los tiempos de reacción son muy lentos, y las olas están muchas veces antes de que se dé el alerta o la alarma. En eso tenemos que avanzar, obviamente es un paso que hay que dar. Y se requiere más tecnología, que permita tener información en tiempo real”.
Mauricio Reyes, por su parte, añade: “Una cosa es el peligro que nos aceche y otra cosa es cómo estamos preparados. En términos culturales, creo que nos falta bastante preparación; del año pasado a esta fecha, no recuerdo cuántas simulaciones de evacuación de tsunami se ha hecho en las ciudades costeras de Chile, en el norte se han hecho pero en esta zona bastante poco. La gente tiene poca noción cultural de tsunamis, no hay educación formal al respecto. Respecto a infraestructura, recién con el terremoto y el tsunami del año pasado se ha comenzado a trabajar en normativas que incorporen diseños resistentes a tsunamis. Las grandes obras costeras en Chile, por ejemplo las plantas de gas o algunas zonas estratégicas, sí están diseñadas considerando algún impacto de tsunamis. Por lo tanto, somos vulnerables en ese sentido; por eso, creo que es una oportunidad que en dos años tengamos dos alertas de tsunami: una lamentable, terrible, y la otra, la de ahora, lo más probable es que no sea tan grave, pero sí que nos permite tener conciencia del riesgo al que estamos sometidos. Es un país tectónico, es permanente el riesgo y siempre hay que estar preparados”.
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