Desde el 22 de marzo de 1993 es que se conmemora alrededor de todo el orbe, el Día Mundial del Agua. Tres décadas -ya- que la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y Desarrollo en Rio de Janeiro fijó esta fecha de celebración con el objetivo de generar conciencia sobre la relevancia de este elemento vital y la crisis hídrica que experimentamos como humanidad, además de hacer un llamado a los diferentes países para la búsqueda de medidas en pro de alcanzar el desarrollo sostenible en cuanto al acceso y saneamiento del recurso de cara al año 2030.
Cabe destacar que este día no es una celebración ni tampoco una meta a 8 años plazo, sino – más bien una señal de alerta. De acuerdo con la tecnoestructura, distribución de la riqueza y la legislación de cada país, el sistema de reparto entre población y actividades económicas -en algunos países -el equilibrio de parece justo y, en otros, definitivamente el desequilibrio, las deficiencias en el manejo y accesibilidad, marcan la diferencia de la mal llamada línea de la pobreza de consumo humano.
La solución pareciera ser de sentido común y todos creemos tener la solución. Muchos hablan de instrumentos legislativos, hay quienes plantean determinaciones drásticas por parte de la autoridad, algunos que promulgan frenar la expansión industrial para detener el consumo indiscriminado del recurso por sobre el derecho de bebida humana, otros que dicen que hay que aprovechar agua de océanos, separando las sales y convirtiéndola en agua para riego y bebida, así como la alternativa de recuperar la misma agua que utilizamos en procesos domésticos e industriales para reutilizarla y volver a consumirla como acción sostenible y consiente hacia el ecosistema.
Sin embargo, ninguna de las infinitas fórmulas puede sostenerse si es que no existe un cambio de mentalidad. Es prudente empezar por generar retos estructurales desde la base de la sociedad y que sostienen el comportamiento humano, el cual es, además de otros, el principal responsable del uso ineficiente de un recurso que antes parecía eterno, y que hoy vemos cada vez más escaso.
Sin ir más lejos, en el caso de nuestro país, tal como lo han señalado especialistas, se proyecta un posible razonamiento histórico para este año 2022 en ciudades de la región Metropolitana, donde nunca se ha pensado tener acceso limitado o por turnos del agua que consumen en el cotidiano.
La concientización, basada en la educación ambiental como instrumento de transformación poderosa en la base de nuestra sociedad, parece ser una pequeña luz de esperanza para generar soluciones estructurales a problemas estructurales y así- unir definitivamente el conjunto de posibles acciones a la crisis hídrica, con la esencia misma de las personas, que al conectarse de manera consciente y respetuosa con el entorno, podríamos lograr el comienzo de un cambio positivo de paradigma para enfrentar como un componente más del ecosistema, esta condición de escasez hídrica o más bien de escasez de conocimiento de lo frágiles que somos, por el hecho de no entender el rol que cumplimos en cuanto a proteger y no devastar los escasos recursos existentes que nos miran como intentamos sobrevivir en el escenario precario que nosotros mismos hemos construido desde la destrucción.
Cuidemos los recursos naturales no sólo conmemorándolos en un día, sino que en cada decisión que tomamos día a día.
Cristian Fuentes Duque, Director de Carreras Escuela Recursos Naturales Duoc UC Sede Valparaíso.
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