Profesor de la USM Viña del Mar, Jaime Carmi, se refiere a las principales consecuencias de las emisiones tóxicas emanadas por el volcán en la zona sur del país.
Los volcanes tienen una importante presencia en la geografía del territorio nacional. Alrededor de ellos se han emplazado extensas comunidades que, pese a los peligros que implica habitar a sus pies, han subsistido e incluso, se han desarrollado importantes polos de urbanización, pero no solo en las regiones del sur del país sino que incluso la propia ciudad de Santiago está circundada por volcanes que, afortunadamente, hasta ahora permanecen inactivos.
El incremento en la actividad del volcán Villarrica y la erupción reciente del Calbuco, despertaron las alarmas. Aunque constituyen fenómenos propios de la naturaleza, de igual forma sus riesgos afectan la estabilidad en la vida de las personas, golpeando principalmente a nivel económico y de salud. De hecho, en zonas rurales como Ensenada (una de las más afectadas por la emisión de gases y metales tóxicos) la agricultura y el turismo representan factores para el desarrollo local en materia económica, viéndose fuertemente deteriorados por los acontecimientos de las últimas semanas.
Para el profesor del Departamento de Química y Medio Ambiente de la Universidad Santa María Viña del Mar, Jaime Carmi, las pérdidas son incalculables y aún no existe un catastro que permita medir realmente el impacto que esto ha tenido. Considera que a consecuencia de la emisión de cenizas la actividad ganadera se verá perjudicada, y tal como lo expusieron algunos habitantes del sector, efectivamente no existe forraje para el invierno producto de la contaminación, lo cual puede incrementarse a raíz de las lluvias, situación que tendrá un impacto significativo en la economía.
En ese sentido, el profesor Carmi identifica que el principal factor de riesgo para la salud son las emisiones de material particulado PM 2,5, que en erupciones volcánicas tiene una importante presencia y que al ser respirable, irremediablemente provocará efectos en la salud de las personas. Otros componentes importantes son el ácido sulfhídrico, altamente venenoso. Asimismo, las concentraciones de SO2 (anhídrido sulfuroso) pueden resultar problemáticas.
Uno de los sectores que también resultará afectado será el turismo, de gran potencial en la zona. De la misma forma, “las aguas de los lagos próximos al volcán también resultarán dañadas por el contacto con las cenizas y posibles metales pesados que éstas contengan, a lo que se suma la turbidez que impide la llegada de rayos solares, generando un problema de oxigenación para las especies acuáticas”, detalla el profesor de la USM Viña del Mar.
Por ahora, agrega Carmi, “se debe realizar un completo catastro en la zona, que permita medir los alcances reales de este evento de la naturaleza, y estar atentos ante eventuales nuevas erupciones, puesto que mientras el volcán se mantenga activo, la contaminación continuará y el impacto sobre la vida de las comunidades será grande”, concluye.
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