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Radiación de antenas celulares es mil veces menor que la del propio teléfono


Ricardo Olivares, académico del Departamento de Electrónica de la USM, derriba mitos en torno a la peligrosidad real de las estaciones bases de antenas de telefonía celular, que sería causal de enfermedades sólo en caso de extrema exposición, poniendo énfasis en el riesgo emanado de los aparatos mismos.

“Existen más mitos que verdades respecto de los efectos reales que tiene la radiación de las antenas y teléfonos celulares sobre la salud de las personas”, afirma Ricardo Olivares, académico del Departamento de Electrónica de la Universidad Santa María, sobre este tema que suele generar controversia a la hora de definir dónde se instalan las llamadas estaciones bases, que al ser situadas en zonas residenciales –incluyendo azoteas de edificios, sitios eriazos, plazas, parques, entre otros-, han generado preocupación entre la población, especialmente por su proliferación.

La inquietud se debe principalmente a la mayor exposición a campos magnéticos que se generan desde estas antenas. Pero ante esto, el experto hace una distinción, pues hay que diferenciar dos tipos de radiación electromagnética asociada a la telefonía móvil: una es la que proviene de las estaciones base, y la otra es la emitida por los propios equipos móviles.

“La radiación de las estaciones base es al menos mil veces inferior a la que está sometido un usuario que tiene el teléfono, en llamada, en sus manos, junto al oído”, expresa en forma categórica. “El peak de potencia de estos últimos puede estar entre 0.1 y 2 Watts, y depende del tipo de aparato y de la distancia a la que se encuentre de la estación base más cercana. En consecuencia, la preocupación de la población está focalizada no necesariamente en la fuente de mayor riesgo, que la constituye el uso indiscriminado de los teléfonos móviles”.

¿Riesgos para la salud?

El profesor agrega que hasta ahora, en medios científicos no se ha conseguido probar de manera determinante, si efectivamente la radiación electromagnética de estos dispositivos representa un daño para la salud de las personas: las conclusiones de un estudio realizado en mayo del año pasado por el Centro Internacional de Investigación del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés), dependiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), no son definitorios. “Por un lado, establece que no existe una relación comprobada entre el incremento de los tumores cancerígenos en el cerebro y el uso de los teléfonos celulares; pero sin embargo, hay una excepción válida para las personas que usan con relativa frecuencia estos aparatos (más de media hora al día, por tiempo prolongado, 10 años)”, relata.

Por ello, la OMS ahora incluye el uso del teléfono móvil en la misma categoría (clase 2B) de “riesgo cancerígeno” que el plomo, emisiones de motores de vehículos y el cloroformo, basándose en los resultados del estudio que realizó un equipo de 31 científicos de 14 países: después de examinar múltiples evidencias obtenidas a través de estudios epidemiológicos, analizando “todos los estudios relevantes” sobre personas que utilizan teléfonos celulares y que además están expuestas a campos electromagnéticos en su lugar de trabajo, se determinó clasificar la exposición de personas a la radiación electromagnética de los teléfonos móviles, como “posiblemente cancerígena para los seres humanos”.

Sin embargo, en definitiva, no existen datos estadísticos suficientes para asociar problemas de salud con la exposición a la radiación electromagnética de estos aparatos, pero tampoco para afirmar definitivamente lo contrario.

“Por ello, en países como Inglaterra, Alemania, Israel, Rusia y otros, existen estrictas recomendaciones, políticas y guías de buenas prácticas, respecto del uso de teléfonos celulares y tecnologías inalámbricas en jardines infantiles y escuelas, como medida preventiva, de manera de minimizar el tiempo de exposición a estas radiaciones en niños y jóvenes”, ejemplifica. ¿La razón de estas directrices? El cráneo y el cuero cabelludo de los niños son más delgados, de manera que la radiación puede penetrar más profundamente en esos casos, pudiendo sufrir consecuencias de largo plazo.

De hecho, hay universidades que han restringido el uso de Wifi en sus campus, y países como Brasil, México y España han instalado estaciones de monitoreo en tiempo real, que miden la radiación electromagnética de las estaciones base y son de libre acceso para el público, que puede cerciorarse de que los límites permitidos no son sobrepasados.

El caso chileno

En Chile, recientemente, la normativa para la radiación electromagnética producida por las estaciones base se ha colocado más exigente, en relación a la máxima densidad de potencia permitida en zona de libre tránsito de las personas (100 ?W /cm2 en zonas urbanas y 10 ?W/cm2 cerca de hospitales, escuelas, jardines infantiles, etc.), situándolo entre los países de mayor restricción en esta materia. Sin embargo, a modo de comparación, “un teléfono móvil localizado cerca del límite de la cobertura de una estación base, podría presentar una densidad de potencia de 2500 mW/cm2 en las proximidades de las zonas del cuerpo inmediatamente expuestas, con un potencial riesgo para la salud”, señala el experto. “Estos niveles superan con creces los límites establecidos para las estaciones bases”.

Respecto al aumento de la densidad geográfica de antenas base, “la verdad es que hasta cierto punto esta medida es beneficiosa para la población, toda vez que las estaciones cumplan las normas de instalación, pues mitigan el aumento de la potencia que deben transmitir los teléfonos móviles, cuando se encuentran en los límites de las zonas de coberturas de estas antenas, para conseguir o mantener la conectividad”, sostiene Olivares, entregando algunas recomendaciones prácticas, que incluso algunos fabricantes y operadores de telefonía móvil dan para disminuir los posibles riesgos para la salud.

“Mantener los aparatos lejos del cuerpo mientras se los usa (entre 15 y 25 mm), evitar usarlos en recintos cerrados como edificios, ascensores o vehículos, pues en estas situaciones la señal emitida desde el teléfono celular llega a la estación base muy debilitada, lo que obliga a los aparatos a aumentar la potencia transmitida, irradiando así más, directa e indirectamente –por reflexiones múltiples- al usuario. El uso de manos libres y altavoz es también una recomendación apropiada”, puntualiza.