Científicos de la Universidad de Valparaíso explican el alto costo que implica su desarrollo y producción a gran escala.
Producir vacunas en Chile a gran escala para inmunizar a su población es un sueño que está lejos de ser alcanzado. Se trata de un proceso complejo, que tiene un alto costo y cuyo desarrollo puede tomar mucho tiempo, incluso décadas.
Hoy nuestro país es totalmente dependiente de los mercados internacionales en el tema de los medicamentos. Sin embargo, Chile tuvo un pasado glorioso en la elaboración de los mismos. Todo se gatilló con la Segunda Guerra Mundial, que impidió la llegada de los barcos que transportaban medicinas a nuestro país. Para evitar el desabastecimiento, científicos del Instituto de Bacteriología de la Universidad de Chile comenzaron a producir penicilina en 1942, tras cumplir todas las etapas de cultivo, cosecha y estandarización de la droga vegetal. Así lo señala la revista de salud pública del Colegio Médico de Chile Cuadernos Médico Sociales, agregando que, con el apoyo del Laboratorio Chile, continuó con la fabricación de vacunas, sueros, insulina, aceite de bacalao y de otros medicamentos, abasteciendo a todos los hospitales del país.
De esta manera surgió la industria de los medicamentos en Chile. Este trabajo en tiempos de guerra fue reconocido por la ONU, organización que apoyó en la construcción de una planta de producción de penicilina en Chile. La publicación también afirma que el cierre de la industria estatal comenzó a partir del año 1973, cuando las plantas productoras comenzaron a quedar obsoletas y se abandonaron o vendieron a privados.
El doctor Alejandro Dinamarca, microbiólogo e investigador del Centro de Micro Bioinnovación (CMBi) de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Valparaíso, sostiene que en la actualidad sería imposible producir en Chile una vacuna para inmunizar a la población contra el SARS-CoV-2, virus que produce Covid-19.
Explica que las etapas de los desarrollos científicos tecnológicos en el área de la Biotecnología son investigación básica, investigación aplicada, desarrollo de modelos prototipos, propiedad intelectual, desarrollo de productos o servicios, implementación productiva y llegada al mercado o a la sociedad.
Las capacidades del país tienen limitaciones, advierte: “Hasta hace un año era técnicamente impensable hacer biotecnología enfocada a producir en Chile. Lo más exitoso que se ha hecho –bajo las actuales condiciones- es generar tecnologías patentadas y validadas para traspasarlas a otros países, porque aquí puedes crear y desarrollar una vacuna, pero no hacer la producción. Eso se puede ceder a terceros, básicamente porque en Chile no hay dónde producir. Es el negocio biotecnológico, que es diferente a la disciplina biotecnológica. Chile cometió el error de fortalecer el negocio más que el área. Por eso no es posible producir Covid-19 en Chile”.
Respecto al proceso de producción, el doctor Dinamarca señala que “es carísimo, requiere de una implementación tecnológica avanzada y una inversión estatal a mega escala”.
Además plantea que “es fundamental que Chile desarrolle y ponga más recursos a la biotecnología como disciplina, para que se puedan desarrollar soluciones terapéuticas, incluyendo a vacunas. Esto es factible, ya que se cuenta con científicos y científicas y biotecnólogos y biotecnólogas que pueden enfocarse en producir”.
Por su parte, la doctora en Farmacología Carolina Campos, académica de la Escuela de Química y Farmacia de la UV, coincide en la complejidad del proceso: ”Primero los laboratorios farmacéuticos que están en Chile no son productores de vacunas. La producción de vacunas es compleja ,requiere de controles de calidad y eficacia. Además, una cosa es tener capacidad e infraestructura para producir vacunas y otra cosa es tener la vacuna que se requiere en el momento. Por ejemplo, para desarrollar la vacuna de Covid-19 tienes que trabajar con el virus o con fracciones del virus y eso requiere medidas de seguridad de alta envergadura y personal muy capacitado. Por último, el costo de hacer una vacuna es muy alto tiene que ser financiado por la industria. Y la industria tiene sedes en Chile, pero sus áreas de investigación y desarrollo por lo general no están aquí. En resumen, las limitaciones son que no tenemos laboratorios de producción de vacunas a gran escala ni el financiamiento para desarrollar los ensayos preclínicos y clínicos”, comenta.
La doctora Campos concluye que “sería ideal que Chile pudiese producir vacunas, pero requiere un cambio en la destinación de recursos del Estado, que financie algo así y convoque a profesionales e investigadores con alta experiencia y competencia en el tema”.
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